La palabra poética de Solórzano-Alfaro no busca los hechos, sino el modo de simbolizar la realidad. No es un decir, sino un hacer simbólico; ni es terapia emotiva ni adoctrina. Tal me parece el verdadero ejercicio ético de la poesía.
Carlos Francisco Monge
Estamos ante una fotografía del camino recorrido para llegar a un libro impecable como Nadie que esté feliz escribe. Una imagen que no puede obviar en su granulado ese puente que fue Inventarios mínimos. A fin de cuentas: estamos ante un libro que, junto a los dos mencionados culmina una trilogía poética. Y aunque digan por ahí que la poesía no debe ser festiva, este libro debe festejarse por todo lo alto.
Byron Espinoza
Se supone sincero quien es capaz de llamar las cosas por su nombre, pero los nombres cambian, se inventan, para luego estar condenados al olvido. El caos no tiene fin, los nombres sí. En estos poemas de Solórzano-Alfaro el nombre lo es todo. El poeta se entretiene nombrando las cosas de una forma, luego de otra, luego de otra. Nombrar las cosas, nombrar a los otros, darse un nombre uno mismo. No para crear el mundo sino, como en las letanías, para mirarlo desde ángulos diversos. Poesía: misión sagrada de nombrar, escribir una y otra vez el Génesis interminable de infinitos universos posibles. Y luego descansar durante el sétimo día.
Mauricio Molina Delgado
ISBN: 978-9930-9662-2-8
Autor: Gustavo Solórzano-Alfaro